martes, 30 de enero de 2007

Tras las máscaras de los diablos de Yare


Yare, Miranda, 03 Jun 2005. ABN (Joaquín Pereira).- Más allá de ser una forma de llamar la atención y representar al mal que se rinde ante el Santísimo Sacramento, las máscaras de los Diablos Danzantes de Yare identifican la posición del promesero dentro de la Cofradía.


Uno de los aspectos por lo que son más conocidos los Diablos Danzantes de Yare, es por sus grandes y coloridas máscaras. Pocos conocen su origen, el significado que hay tras el número de cachos, o la forma en que se elaboran.


Francisco Herrera, cultor del pueblo de San Francisco de Yare, explica que la tradición de usar máscaras durante la festividad del Corpus Christi, se remonta a la época de la colonia, cuando los esclavos se vistieron de diablos para mostrar su desagrado por no poder ingresar al templo para escuchar misa.


Los cachos


Herrera explica que el número de cachos que poseen las máscaras simboliza la jerarquía de los promeseros. “En la Cofradía de los Diablos Danzantes hay un primer capataz, un segundo capataz, un tercer capataz, cinco arreadores, los asistentes de arreadores, y los diablos rasos”, dijo.


De esta manera, el capataz es el que tiene cuatro cachos del mismo tamaño. El segundo capataz tiene tres cachos también del mismo tamaño. El tercer capataz tiene tres cachos, pero el del centro un poco más pequeño. Y así se va bajando de rango de acuerdo a la longitud del cacho, hasta llegar a los diablos rasos, cuyas máscaras poseen solo dos.


Consultando a unos jóvenes promeseros sobre el conocimiento que tenían del significado de los cachos en sus máscaras, encontramos una respuesta curiosa. “Los dos cachos significan la lucha entre el bien y el mal. Si la máscara tiene tres, simbolizan las tres divinas personas”, comentó Elisaú Guaitía, cuya máscara le costó hace tres años 65 mil bolívares.


La fabricación


Consultando el precio de las máscaras entre varios diablos, pudimos encontrar una variedad de costos, que iban desde los 40 mil a los 300 mil bolívares. Las formas también son muy diversas: toros, leones, tigres...


José Carmelo Sanoja, el único diablo con cola de león, dijo haber hecho por si mismo su máscara y que el secreto de su elaboración está en el uso de una harina muy conocida en el país para la elaboración del engrudo. “Me lleva una semana producir una máscara, y para su fabricación uso bolsas de papel, harina y almidón”, agregó.


Entre los artesanos que más se destacan en la elaboración de máscaras para la festividad de Corpus Christi, se encuentran Manuel Sanoja, el segundo capataz de los diablos; Diego “demonio”, que se destaca por el volumen de máscaras que produce; y los hermanos Morgado.


En respeto al Santísimo


Todos los que asisten por primera vez a la festividad de Corpus Christi, se sorprenden al ver como los diablos bailan frente a cualquier altar con la máscara caiga casi al ras del suelo.
El promesero Elisaú Guaitía dijo que esto lo hacen para ignorar al diablo. “Nosotros somos mejor que el maligno, y con el gesto de tener la máscara caída, le rendimos homenaje al santísimo”, explicó.


Hay que destacar que en la Cofradía de Los Diablos Danzantes, sólo los hombres usan máscaras. A las mujeres se les concede en ciertos momentos el usarlas, frente a los altares dispuestos en algunos sectores del pueblo de San Francisco de Yare. “Cuando el capataz dice , nosotros pedimos máscaras y empezamos a bailar, pero no lo hacemos tan a menudo como lo hacen los muchachos” comentó la promesera Yaneiri Rengifo.


Las máscaras de los Diablos Danzantes de Yare, más allá de su colorido y vistosidad, son un aspecto crucial dentro del ritual de devoción al Santísimo Sacramento. “Si algún promesero es visto vendiendo su máscara al final de la fiesta de Corpus Christi, es expulsado de la Cofradía, pues son usadas en un acto religioso”, afirmó Pablo Ruben Azuaje, primer capataz de los diablos.

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