jueves, 25 de enero de 2007

Testimonios de Fe de los Diablos Danzantes


Caracas, 21 Jun 2005. ABN (Joaquín Pereira).-Los Diablos Danzantes de Yare, no sólo son máscaras y bailes; son miembros de una Cofradía que le rinde devoción al sacramento de la eucaristía. El día de Corpus Crhisti, cada diablo paga una promesa con su baile, por haber sido sanado de algún problema de salud.

“Lamentablemente la gente viene a ver las danzas de los Diablos de Yare, y desconocen la parte religiosa de la festividad. Yo siempre le he dicho a los nuevos integrantes de la Cofradía que no somos diablos; somos promeseros, es decir, cristianos católicos que le danzamos al Santísimo Sacramento en acto de penitencia”, explica Francisco Hernández, músico de San Francisco de Yare.

En el 2005, el obispo de la Diócesis de Los Teques, Monseñor Freddy Jesús Fuenmayor, juramentó el jueves de Corpus Christi a veintitres nuevos promeseros que se unieron a la Cofradía de los Diablos Danzantes de Yare. Veintitrés nuevos testimonios de fe que se suman a otros centenares de casos. Aquí presentamos algunos de ellos:

Francisco Herrera, cercano a los 30 años de edad, recuerda haber pagado promesa con los Diablos Danzantes desde los 10 años. “Me realizaron una operación de peritonitis, y estaba casi muriendo. Le pedí al Santísimo Sacramento del Altar, que me sacará de aquella enfermedad y gracias a él me curé”, explicó.

Anaís Calzadilla, aunque se viste totalmente de rojo el día de Corpus Chisti, diferenciándose de las promeseras rasas, nunca le ha gustado ser arreadora o capataza. “Tengo 20 años en la Cofradía de los Diablos Danzantes de Yare. Estoy pagando promesa porque el Santísimo me salvó de un accidente muy grave que sufrí, por el cual tuvieron hasta que hacerme traqueotomía. Seguiré pagando mi promesa de por vida”, confesó.

Cercano al cementerio del pueblo, cuando los diablos le rendían un homenaje a los promeseros fallecidos, nos encontramos con Ricarda Pinto y su hijo Wildemar Oropeza. Este es el tercer año en que Wildemar baila vestido de diablo. “Mi hijo siempre había sufrido de asma, y era tal su estado que no podía ni oler agua porque se trancaba. Para bañarse tenía que tener el sol pegándole bien fuerte. Entonces el año antespasado, en la octavita que se realiza el domingo luego de Corpus Christi, cayó un palo de agua y el muchacho se me empapó todo. Yo dije, bueno Diosito, el Santísimo Sacramento debe saber que él está pagando su promesa, entonces yo creí que él me lo iba a cuidar y tuve fe de que así sería. Mire usted, y allí está… no me le ha dado más el asma, gracias a Dios”, relató la orgullosa Ricarda.

Recostado en una acera, agotado por el baile y bañado en sudor, encontramos a Manuel Martín. Extrañamente su promesa no es por una enfermedad personal; desde hace 22 años Manuel se viste de diablo por la salud de su padre. “Papá se encontraba muy enfermo; sufría de cirrosis. Le pedí al Santísimo por su salud y se curó. Pienso pagar promesa por el resto de mi vida”, explica el exhausto danzante.

Bailando entre la multitud de rojos promeseros, resaltaba la figura de José Carmelo Sanoja; el único diablo con cola de León. Sanoja explica que su familia solicitó un milagro al Santísimo Sacramento cuando él tenía 4 años de edad, como última esperanza ante una extraña enfermedad. “Mi familia me ofreció al Santísimo porque yo era llagoso como San Lázaro. Una junta de médicos le dijo a mis padres que lo único que restaba era que le rezaran a un santo muy poderoso. Llegó un momento en que mi piel se desprendía y se me pegaba a la ropa. Ahora, como usted ve, no tengo ni una marca en mi cuerpo, gracias a que bailo con los diablos, pagando la promesa”, comentó con la fuerza de la credibilidad que le da el ser parte de los Diablos Danzantes desde hace 40 años.

Esperando la salida del Santísimo, el día de Corpus Christi, vimos a un joven que cargaba un bebe de meses, ambos vistiendo de rojo. Eran León Noria y su sobrino Jesús, y su historia seguramente hará reflexionar hasta a los más incrédulos. “Por un disparo que me dieron estuve 18 días en coma. Mi familia le pidió al Santísimo, y gracias a él pude reaccionar. Mi sobrino también estuvo mal cuando nació; le dio un pequeño infarto. Y aquí lo tienes, también vestido de diablo. Yo tengo 4 años pagando promesa y tengo estipulado hacerlo por 4 más, luego de lo cual, pediré seguir haciéndolo por el resto de mi vida”, relató León con una fe contagiante.

Luego de haber conversado con varios diablos rasos, arreadores, capataces... todos ellos promeseros del Santísimo Sacramento, nos conseguimos con un adolescente que tenía apenas tres años pagando promesa. Al preguntarle la razón de su ingreso a los Diablos Danzantes de Yare, nos respondió con tal inocencia, que nos fue imposible insistir: - Mi nombre es Lino José y la promesa de uno no se puede decir...

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