miércoles, 24 de enero de 2007

Jesús de Nazaret: ¿Maestro, profeta o revolucionario?


Caracas, 21 Dic 2005. ABN (Joaquín Pereira).- Los hombres más poderosos de la tierra quisieran conocer cómo atraer a las masas con un mensaje que perdure en el tiempo, pero un carpintero del siglo I lo logró, su nombre es Jesús de Nazaret.

El consumismo exacerbado que se vive en occidente cuando llega diciembre ha eclipsado el verdadero sentido de la Navidad: la celebración del nacimiento de un hombre que mostró a la humanidad el rostro amable de un Dios Padre muy diferente al castigador Yavé de los judíos, que quiso dar a entender que todos los hombres y mujeres son hermanos sin diferencias de ninguna clase.

Pero, ¿existió verdaderamente Jesús de Nazaret?. Según varios investigadores, éste fue un ser histórico que vivió en el contexto social de Judea, actual Israel, en el año 30 de nuestra era.

Su presencia dividió la historia de la humanidad en antes y después de él y en la actualidad, a comienzos del siglo XXI, conserva su relevancia para toda la humanidad.

¿Cómo pudo un carpintero, nacido hace veinte siglos en un pequeño pueblo, que no escribió por sí mismo sus ideas, influir en toda la humanidad hasta nuestros días?.

Esta reseña se enmarca dentro de un creciente interés por el estudio del Jesús histórico. Desde hace veinte años se han escrito al respecto una avalancha de publicaciones.

El interés ha traspasado las fronteras de los círculos creyentes y académicos y ha llegado hasta la prensa (Times, Newsweek) y a la televisión (BBC) hasta convertirse en un fenómeno mediático. Como muestra, un botón: La Pasión de Cristo, película dirigida por Mel Gibson, batió récord de taquilla en todo el mundo.

Uno de los testimonios más contundentes para afirmar la realidad histórica de Jesús fue la mención que hizo Flavio Josefo, historiador judío romanizado del siglo I.

Investigaciones recientes señalan que se pueden identificar cuatro posibles aspectos en su personalidad: maestro de sabiduría, profeta escatológico judío, carismático habitado por el Espíritu y promotor del cambio social.

Para el investigador Crossan, Jesús fue un campesino galileo que vivió en una situación tensa motivada por el proceso de helenización a que estaba sometida entonces Judea.

Con sus máximas de sabiduría aguda e ingeniosa, y con su comportamiento provocativo, quiso transmitir un mensaje social innovador que acabara con las estructuras patriarcales y de patronazgo sobre las que se sustentaban las desigualdades de aquella sociedad.

Era un sabio itinerante, muy parecido a los filósofos cínicos que por entonces recorrían el imperio. Sus enseñanzas no contenían ninguna referencia a las expectativas apocalípticas judías, sino que reflejaban una sabiduría de carácter universal basada en la experiencia de la vida y de la naturaleza.

Para E. P Sanders, especialista en el judaísmo antiguo y en la literatura talmúdica, Jesús fue un profeta judío, profundamente insertado en las tradiciones de Israel, que anunció la restauración del pueblo santo, y expresó simbólicamente esta restauración en el gesto del templo.

Jesús tenía conciencia de vivir un momento decisivo y de ser el último enviado de Dios y, por eso, sus palabras y sus acciones revelan una individualidad irreductible que hace de él un personaje único.

Su predicación consistió en preparar y reunir al pueblo santo para la venida definitiva de Dios (el reinado de Dios). Con su actuación, Jesús desencadenó un conflicto al interior del judaísmo que le costó la vida.

Sus discípulos continuaron después de su muerte su predicación escatológica, pero poco a poco fueron orientando su anuncio hacia la misma figura de Jesús, que acabó convirtiéndose en el contenido central de dicho anuncio.

El investigador M. Borg afirma que, desde una perspectiva histórica, Jesús era una persona llena del espíritu en la corriente carismática del judaísmo. Esa es la clave para comprender lo que fue como figura histórica.

Los trabajos de R. Horsley, G. Theissen y B. Malina presentan a Jesús como un militante del cambio social. Su vida y su predicación deben entenderse en el marco concreto de la sociedad galilea del siglo primero.

Desde el punto de vista económico, social y político, Galilea vivía bajo la explotación de las clases gobernantes que acumulaban tierras y ejercían una enorme presión a través de impuestos.

Esta situación explica que en aquel tiempo surgieran en Judea diversos movimientos de renovación social. El de Jesús fue uno de ellos y su objetivo fue promover una renovación radical de las relaciones sociales.

En la época y sociedad donde se desarrolló la vida de Jesús de Nazaret existían dos tipos de autoridad para acceder al discurso religioso, la adquirida y la adscrita.

Él no poseía ninguna de estas debido a que su familia no pertenecía a la casta sacerdotal, ni estaba adscrito al servicio religioso por la Ley de Moisés. De hecho, sus enseñanzas contradecían algunas veces a esta última.

Dado que su autoridad no venía por los caminos tradicionales, los investigadores se sorprenden de su libertad de palabra en los temas religiosos.

La conclusión que sacan a la luz de lo expresado en los evangelios es que su seguridad venía por la estrecha relación que decía tener con Dios, al que llama Ab-ba, que es el término como los niños judíos se referían de forma cariñosa a sus padres.

Esto en su tiempo era considerado una blasfemia y motivó a los más ortodoxos religiosos a solicitar la muerte del Nazareno. Todos conocemos que pasó luego.

Quizá haya quien no crea en la resurrección de este hombre, pero lo que nadie puede poner en duda es su determinante influencia en cada uno de los habitantes de este planeta.

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