Tuvieron que pasar 21 años para que en 1987 la iglesia católica, tras un arduo proceso de certificación de testimonios de curaciones milagrosas, autentificara oficialmente como ciertas las apariciones en suelo venezolano.
El acceso a la gruta de Betanía se vio congestionado desde tempranas horas del domingo por una larga cola de vehículos que esperaban con paciencia el ingreso al lugar.
Se espera que para el año entrante se amplíen los estacionamientos aledaños a la finca, gracias a los trabajos de remozamiento del Santuario por parte de la Corporación Mirandina de Turismo (Corpomintur). Para estos trabajos se está invirtiendo 800 millones de bolívares.
Cargados de botellas de plástico de varios tamaños, miles de niños, jóvenes y adultos, hicieron largas colas bajó un sol inclemente para poder llevar a casa un poco del agua de la cascada donde hace 31 años la vidente María Esperanza Medrano de Biachini, fallecida en el 2004, vio por primera vez una figura de mujer que se identificó como la madre de Jesucristo, bajo la advocación de Reconciliadora de todos los Pueblos y Naciones.
Al mediodía del domingo se efectuó una de estas liturgias especiales, efectuadas por el aniversario de las apariciones, presidida por el Obispo de los Teques, Monseñor Freddy Fuenmayor.
“Por favor madre, salva a mi hija”, “Gracias María por hacer que volviese a caminar”, “Pido fuerzas para soportar la muerte de mi hijo”, son sólo algunas de las oraciones que elevaban los peregrin
Entre los asistentes también se encontraba un grupo de personas rescatadas por la misión Negra Hipólita quienes agradecían a la Virgen el milagro de retomar su vida luego de haberla extraviado por las calles.
Para todos ellos no importó las colas, no importó el calor, no importó la aglomeración de personas… Para quien recibió o espera un milagro la fe es su único sustento, su única esperanza.
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